La ermita de San Blas, de Murinondo, ha sido y es una de las más populares de Bergara, donde a lo largo de los siglos han acudido miles de personas para pedir a la Virgen de Buruñao y a San Blas desde la curación de un simple catarro, hasta un parto feliz; a llevar velas o a recoger el cordón de San Blas para colocarlo en el cuello y evitar los catarros, etc. Esta ermita se subastó a primeros del S.XIX.
En una época, se cruzaban varios trayectos ferroviarios: por una parte, el que se dirigía a Zumarraga, y por otra, el que a través de Vitoria-Gasteiz, llegaba hasta Lizarra. Ha sido un lugar estratégico en las comunicaciones por ferrocarril de vía estrecha. Este carácter de encrucijada se conoce desde la Edad Media.
Es una casa blasonada, de planta rectangular y tejado a dos aguas. Los muros de las dos alturas son de mampostería cubiertos de argamasa. En la fachada principal se abren dos arcos contiguos de medio punto, que sirven de acceso al zaguán. En el centro de los dos arcos está el escudo de armas de la familia.
En él existe "desde tiempos remotos" una ermita consagrada a la Ascensión del Señor y al Arcángel San Miguel. En el año 1050, un Don Sancho hizo donación al cenobio aragonés de San Juan de la Peña de unas tierras que poseía en el Monasterio de San Miguel de Haritzeta, radicante en Bergara. Esta es la primera noticia documentada que conocemos en relación con la existencia de esta ermita.
Cabe destacar sus tradicionales caseríos. El caserío Aranerdikoa mantiene la estructura de mediados del siglo XVI.
En el año 1695 el maestro Andrés de Garitano Aldaeta dibujo este magnífico proyecto de casa con cuatro arcos de piedra para renovar el caserío.
De planta rectangular con tejado a dos aguas y muros de mampostería y sillar. No conserva la estructura antigua, ya que el acceso se realizaba por una puerta dovelada con arco apuntado, que hoy está casi cegada. En una de las fachadas hay una interesante ventana geminada y otra con arco apuntado.
Casa blasonada. Es un edificio cuadrangular, con tejado a cuatro aguas y muros de mampostería, menos los esquinales que son de sillar.
Desde Askatsu están cerca las campas con mesas y parajes preciosos de San Marcial. La Ermita preside este espacio, que en los últimos años ha ido adquiriendo la fisonomía antigua. Es un lugar muy concurrido y preparado para pasar una estancia agradable.