En el camino que va de Bedoña a Urkulu, tras pasar el caserío Sologaizto, si tomamos el primer desvío a la derecha, nos adentraremos en el precioso paseo que conduce a Oro. En la primera parte del recorrido, un desvío a la derecha, conduce al lugar donde se conservan una cuidada fuente de agua potable y el lavadero de ropa, tan frecuentados por los vecinos de Bedoña.
A pocos metros de la desaparecida Ermita de Santa Kurutz de Iturriaga, está la campa donde se practica Paintball, un lugar de ocio de gran aceptación. Al final de la campa, en la cúspide del montículo, esta el mojón de límite municipal, que separa Bedoña de Aretxabaleta.
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En el camino que va desde Bedoña a Urkulu, dejando a un lado el desvío que conduce a Oro, a la altura del caserío Urin, un camino a la derecha conduce al lugar donde se ubica el depósito distribuidor de agua de Bedoña. A su izquierda estuvo la desaparecida Ermita de Santa Cruz de Iturriaga, que debió ser de mucha devoción, a la que acudían los vecinos de Bedoña en procesiones dominicales.
En 1733 se ordeno su clausura y la colocación en el sitio de la ermita demolida, una cruz en señal de haber sido lugar sagrado. Actualmente solo se conserva el pedestal de la cruz de madera y el topónimo de “Kurtzebide”, que así se llama el camino que conduce al lugar desde el caserío Urin.
En el camino que va desde Bedoña a Urkulu, a la altura del caserío Sologaizto, a la izquierda de este se encuentra un pequeño montículo. Constituye una reserva comunal, que servía para atender diferentes necesidades vecinales; así, con la piedra que extraían de este lugar en "Auzolan", fueron conformando el firme de los actuales caminos públicos de accesos a caseríos. Se conserva también la Herrería, que los vecinos han venido utilizando para herrar los animales. Desde esta balconada, rodeada de un robledal centenario, merece gozar de una sorprendente panorámica.
Avanzando por la ruta PR-GI 91 desde la Iglesia-Casa Andra Mari Zuri en dirección a Bedoña, al costado derecho del sendero, sorprende un manantial de agua sulfurosa, que despierta el olfato por el característico olor de este tipo de aguas.
A la altura del caserío Artazubiaga, un desvío a mano izquierda, conduce a las ruinas, por incendio el año 1.940, del caserío Magalbe, que debió ser el mejor caserío, no solo de Bedoña, incluso del contorno. Su último morador, Alejandro Iturbe Arana, conocido popularmente como “Malbe” fue famoso por su peculiar manera de entender y vivir la vida, haciendo gala de su principio ”Aguas y Pastos libres” lo que le supuso un sin fin de pleitos. Un personaje lúcido, de gran personalidad y humanismo, que destacó por su fortaleza y sus exageraciones. En derredor al caserío se conservan los ingeniosos cierres que realizó, con losas de piedra de grandes dimensiones.
A la altura del caserío Artazubiaga, un desvío a mano izquierda, conduce a las ruinas, por incendio el año 1.940, del caserío Magalbe, que debió ser el mejor caserío, no solo de Bedoña, incluso del contorno. Su último morador, Alejandro Iturbe Arana, conocido popularmente como “Malbe” fue famoso por su peculiar manera de entender y vivir la vida, haciendo gala de su principio ”Aguas y Pastos libres” lo que le supuso un sin fin de pleitos. Un personaje lúcido, de gran personalidad y humanismo, que destacó por su fortaleza y sus exageraciones. En derredor al caserío se conservan los ingeniosos cierres que realizó, con losas de piedra de grandes dimensiones.
Es una construcción del siglo XVIII, con frente principal orientado al Sur, luciendo una fachada señorial con arco de estilo Carpanel, de rica decoración. Su acertada orientación, hace que la entrada principal no sea visible desde el camino de acceso al caserío.
Conserva el primitivo horno de cocer pan, adosado a la casa, con la boca hacia el interior.
A pocos metros de la iglesia, se levanta el monumento conmemorativo, dedicado al poeta Fray Joaquín de Bedoña “Loramendi” (Juan Arana Ezpeleta).
El 2 de junio de 1935, Euskaltzaindia le rindió un merecido homenaje dedicándole con gran solemnidad un rústico monumento en el que figuraba una estela discoidal y la lacónica inscripción de sus datos personales en euskera.
Este recuerdo fue profanado a raíz de la última Guerra Civil española y varios vecinos tuvieron la piadosa ocurrencia de recoger la estela y guardarla en la cárcel de Aretxabaleta.
37 años más tarde, el 7 de junio de 1972 y ocupando el mismo sitio que el anterior, se erigió el actual monumento, en el que figura como motivo central, la primitiva estela discoidal.
Adosado a la Iglesia, se encuentra el austero pero singular Cementerio, reconstruido el año 1973. Preside el recinto un crucero recuperado de un antiguo Vía Crucis de San Josepe-Arrasate.
A ambos lados del pasillo central, se ordenan los diferentes enterramientos, con estelas discoidales en la cabecera.
Aquí no hay ostentosidad ni diferencias. Todo se desarrolla en régimen de igualdad, compartiendo los espacios de manera rotatoria.
943 76 25 47 8:00-15:00 Lun-Vie