La compró Manuel de Albisua, con el que los vecinos hicieron un trato, para que la mitad delantera de la ermita quedase al servicio del culto.
También conocida por la ermita de Nuestra Señora de Burunano. Ya en el año 1500 se nombra esta ermita en el testamento de Martín Pérez de Arrese. Está adosada a un caserío, y se accede a través de un arco apuntado. Esta ermita contiene en su interior un retablo de madera de estilo barroco con tres figuras, la del centro es una virgen abridera del siglo XIV o XV que representa a Nuestra Señora de la Encarnación y a los lados se situan las imágenes de Santa Isabel a la izquierda y la de San Blas a la derecha. El coro apoyado a un pie también de madera. En el tejado sale la espadaña de piedra rematada por una cruz.
La imagen de la virgen abridera es actualmente muy difícil de encontrar en las iglesias, pues en un tiempo, a partir del concilio de Trento, este tipo de imágen fue considerada inadecuada y/o indecorosa, por lo que se supone que las existentes, se transformaron o fueron eliminadas directamente. En la guerra civil estuvo escondida en un caserío cercano, con lo que se puede comprender las dificultades y peligros por las que ha pasado esta imágen a lo largo de su historia. Normalmente este tipo de imágenes disponían de una puerta de dos hojas en su parte central y al abrirse mostraban un tríptico con escenas esculpidas o pintadas de la trinidad.