Hubo mesoneros que daban gratuitamente alimentos y refrigerios a los peregrinos. Aún hoy se celebra todos los años una misa a la que vienen familias con sus hijos y madres para pedir unos partos felices; ahora se bendice a los chavales una vez al año y se ponen velas. En los caseríos, algunos en ruinas, viven cuatro familias, cada año una de ellas se encarga de guardar la llave de la ermita.
Es un pequeño templo rural de una sola nave, con pórtico y cubierta de madera, formando un arco carpanel apoyado en ménsulas.