Fue en el año 1927, cuando el barrio de Ubera, junto con el de Angiozar, pasó a la jurisdicción de Bergara.
La edificación actual apenas si conserva restos que denoten su antigüedad, dando la impresión de tratarse de una construcción relativamente reciente.
Concretamente su interior ha sufrido una profunda remodelación no hace muchos años, lo que la ha convertido en un recinto de características totalmente contemporáneas, con pavimentos de mármol, paredes bien pintadas y ausencia de altares o retablos. En su lugar aparecen dos murales representando a la Ascensión del Señor y la Conversión de San Pablo.
De una época anterior, se conservan únicamente dos tallas: una de San Pablo que puede ser barroca, y otra de San Pedro, posiblemente renacentista.
Es un pequeño templo rural de una sola nave de planta rectangular y ábside recto.
La nave se cubre con tres bóvedas de madera en arco muy rebajado, que apoyan en vigas de madera vista.
La torre es de planta cuadrangular con cubierta piramidal.
Los cierres exteriores son de mampostería y ladrillo pintados en color blanco.
Se accede a la iglesia a través de un pórtico lateral con estructura de madera y pavimento de lajas de piedra, elevado con respecto al nivel del terreno.
