Diseñado para preservarlos de la humedad, y así conservarlos largo tiempo, cuenta con una tecnología que transcurridos 300 años desde su construcción todavía sorprende por su sencillez y eficacia de diseño. Se asocia a la casa solar de Agirre.
Siguiendo la carretera de las inmediaciones de la ermita, se llega enseguida al Hórreo de Agirre, adjunto al caserío del mismo nombre. Hórreo denominado en euskera, "Garaixe" y "trokia".
Es el único hórreo auténtico que existe en Guipúzcoa, de la primera mitad del s. XVI. Fue restaurado durante los años 1983-1985 por el Ayuntamiento, que es el propietario de este monumento. Según los documentos de investigación de D. Telesforo de Aranzadi, se cree que el caserío fue la casa de nuestro Santo San Martín de Agirre, la misma que aparece en el cuadro de beatificación, un gravado del año MDCCXLI, junto al escudo de Bergara.
Es de construcción valiente y singular dentro de los hórreos vascos. Tiene cubierta a dos aguas, destacando sus fuertes voladizos (enlazados los del suelo y cubierta por jabalones o tornapuntas). Su estilo de construcción, tanto en la forma de cubierta (a dos aguas con amplios faldones) como en la forma de realizarse sus voladizos, es típicamente vasco y del más puro y autóctono arte popular nuestro, con abundantes tornapuntas. Todo lo cual lo hace sustancialmente distinto de los asturianos y otros de nuestra región, demostrándonos así, una vez más, el gran entusiasmo de los antiguos constructores vascos por los amplios aleros que tanto abundan en Bergara.
Los cerramientos y separaciones del mismo, están hechos en madera de roble perfectamente machihembrada, sin clavazón alguna, en singular disposición. Se accede a él por medio de una escalera, dispuesta perpendicularmente a la fachada principal del caserío. La escalera da al descansillo, que tiene antepecho y abre paso a las otras dependencias. En el interior se encuentra una gran arca de madera, con antepecho y compartimentos, para guardar cereal. A ambos lados de la cámara hay departamentos utilizados para conservar y secar frutos.
En la planta baja, junto a los pilares, bajo el gran alero y el voladizo de la primera planta hay un espacio que estuvo cerrado y se utilizaba de trastero o para guardar los aperos de labranza. Actualmente esta parte ha quedado libre de muros y edificios anexos, para poder ver los pilares, estos son troncos de pirámide de arenisca, que sostienen el hórreo.