Como ocurre en el resto de las anteiglesias del Valle de Leniz, este templo es el resultado de la reconstrucción efectuada en el siglo XVI sobre los restos de una iglesia medieval de menores dimensiones. Sufrió importantes transformaciones en el siglo XVIII, época a la que pertenecen la portada de acceso y el retablo principal.
En el muro de la cabecera, por su cara exterior, se aprecian dos argollas de hierro forjado de 8 y 10 cms. de diámetro interior y situadas a 4.70 metros de altura, que constituyen la única picota de anillas conocida en Gipuzkoa. Josetxo Zufiaurre Goya, que la incluye con las características citadas en su Libro-Catálogo "Cruces, cruceros, picotas y santutxos de Gipuzkoa", nos transmite a través de dicha publicación, la leyenda popular acerca de la picota de Marin escuchada de labios de un anciano del barrio, según la cual, "...el antiguo conde, señor del lugar, poseía ejército propio y a quien cometía algún delito por el que se decidía ajusticiarle, se le colgaba de estas dos anillas y se le quemaba vivo." Ésa sería la razón por la que estaban "tan rojias y ennegrecidas las piedras de la base de la pared".