"Todo Eskoriatza, un museo". Así se anuncia Eskoriatza, que pese a su reducida población combina el Museo de Ibarraundi con el sinfín de caseríos, ermitas, parroquias y espacios naturales de sus siete anteiglesias.
En el extremo sudoccidental de Gipuzkoa, entre Aretxabaleta y Leintz-Gatzaga, Eskoriatza tiene uno de sus atractivos en la sucesión de siete anteiglesias, siete pequeños barrios de caseríos rodeados de un entorno natural, que permiten acercarse tranquilamente al mundo rural guipuzcoano. Antiguamente, las anteiglesias eran independientes. De ahí que cada una mantenga hoy su propia personalidad y sus particulares focos de interés. Así, en Bolibar, ya inserta en el parque natural de Aizkorri, puede pasearse por Axtroki y Aitzorrotz o buscar los monumentos megalíticos de Kurutzebarri. En Apotzaga hay que visitar su cementerio circular. En Gellao se encuentra la parroquia románica de Nuestra Señora de la Ascensión. En Zarimutz pueden apreciarse los restos medievales de la antigua iglesia de San Pedro. Mazmela ofrece un molino de río y una ermita, la de San Bartolomé, con un sarcófago medieval. En Mendiola tenemos buenas vistas y la ermita de San Juan Txiki. En Marin, por último, el caserío Isasi destaca por su peculiar cocina de fuego central. Ya en el casco urbano, no hay que dejar de visitar el palacio de Ibarraundi, en el que se sitúa desde tiempos recientes el primitivo Museo Escuela de Eskoriatza, que repasa de un modo didáctico la evolución del hombre desde la prehistoria hasta la era digital.
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