El Camino Real se detenía en este recio burgo amurallado dedicado a la extracción de la sal.
El tiempo parece haberse detenido en este pequeño pueblo de los confines sudoccidentales de Gipuzkoa, con poco más de 250 habitantes y un pasado lleno de esplendor. Su burgo amurallado, en pendiente y con casas blasonadas, se remonta al siglo XVI, tras el incendio del anterior. En Gipuzkoa sólo otra localidad, Hondarribia, conserva sus murallas medievales. De las siete puertas que tuvo se conservan cinco, una de ellas con un llamativo escudo de Castilla. Y es que por Leintz-Gatzaga han pasado a lo largo de su historia no pocos reyes, especialmente a partir del siglo XVIII, cuando se convirtió en parada obligada del Camino Real que comunicaba la meseta con la costa guipuzcoana. La historia de Leintz-Gatzaga (Salinas de Léniz) está unida al trasiego de monarcas y, ya desde su nombre, al 'oro blanco', a la sal. Desde la Edad de Hierro hasta 1972, la población se dedicó a la extracción de sal mediante el hervido del agua procedente del manantial salino que brotaba a los pies del santuario de Dorleta. Un museo, el Gatz Museoa, muestra en la propia salina las técnicas utilizadas. A su lado, el santuario de Dorleta es otro de los puntos que visitar en Leintz-Gatzaga. Al foráneo le llamarán la atención los coloristas 'maillots' que se ven en su interior. Y es que la Virgen de Dorleta es la patrona mundial de los ciclistas.
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